miércoles, 28 de septiembre de 2011

III .- Noticias inesperadas

- ¡¡¿¿QUÉ??!!

La druida se sobresaltó al escucharla gritar, pero Ivaine no estaba en condiciones de mantener la calma. El mundo empezó a dar vueltas y de repente el aire no le llegaba a los pulmones. Tuvo la sensación de que iba a desmayarse en cualquier momento, pero se negó con tozudez a cometer semejante debilidad. Le sobrevino otra arcada. Gruñó y resopló, agarrándose al borde de la mesita labrada, como si quisiera estrangular a alguien.

- Tranquila... tranquila, muchacha.

Sintió la mano fresca de la elfa de la noche sobre la suya. Le estaba diciendo algo. Escuchaba su voz, la entonación suave y tranquilizadora, aunque su cabeza no podía procesar las palabras.  

"No puede ser... no puede ser, ¿cómo puede ser? Esto no debía haber pasado. Maldita sea, ¿cómo ha podido ocurrir? Soy tonta. Tonta, tonta, tonta... soy tan tonta..."

Hacía tiempo que Ivaine sabía que estaba incubando algo. Los mareos, las náuseas, los vómitos y el cansancio se habían convertido en algo casi habitual. Por eso, al final, había empezado a preocuparse lo suficiente como para acudir a la Aldea Estrella Fugaz. Éste era un asentamiento de elfos de la noche, una avanzada de vigilancia que salvaguardaba las cercanas cuevas de los druidas y se mantenía preparado con sus pocos efectivos por si había que repeler ataques de los remanentes de la Legión que aún persistían en el suroeste u otras amenazas. Allí, una de las druidas que hacía las veces de sanadora, había accedido a hacerle una revisión para determinar su enfermedad.

Y resultó que lo que Ivaine estaba incubando no era una enfermedad. Era un bebé.

"Tonta, tonta, tonta... estúpida, ¡Estúpida! ¿Es que no tienes cabeza?"

Mientras la druida repetía sus consignas esperanzadoras, eso de que toda vida es una bendición y demás frases hechas por el estilo, Ivaine sentía como si el suelo estuviera abriéndose bajo sus pies. Se obligó a reunir fuerzas suficientes para darle las gracias a la elfa y entregarle un paquete de hierbas para infusiones a modo de donativo, ya que ella no cobraba por los servicios dispensados.

- ¿Estás bien, muchacha? - preguntó la elfa, observándola comprensivamente. Ivaine enfocó la mirada en sus ojos de resplandor plateado y asintió con una vehemencia completamente irreal - ¿Quieres que te acompañe?

- No, gracias, de verdad - forzó una sonrisa y se abrochó los cordones del jubón con dedos temblorosos - Sólo me ha sorprendido, eso es todo. Además, vivo cerca.

Aun así, la kaldorei insistió en acompañarla hasta la puerta de la aldea, dándole diversos consejos que Ivaine fue incapaz de retener. Era como si la dichosa mujer estuviera hablando en Eredun, y el parloteo de su cabeza no mejoraba la situación. Tuvo ganas de estrangularla, pero tenía aún más ganas de estrangularse a sí misma ¿Cómo había sido tan ingenua para pensar que esto no podría ocurrir? Si una humana no pudiera quedarse embarazada de un elfo, los semielfos no existirían. Pero por algún motivo misterioso, Ivaine había omitido esta ancestral sabiduría y se había convencido a sí misma de que sus repetidos... sus continuos... en realidad, sus diarios y abundantes encuentros sexuales con el sin'dorei imbécil no iban a tener consecuencias como aquella. 

Se despidió de la druida y echó a andar con decisión hacia las termas. 

"Dioses, estoy embarazada". Se llevó la mano al vientre y volvió a marearse. Se sentó en una piedra, debajo de un árbol. En aquella zona no había osos, pero si los hubiera habido, le habría importado bien poco. Ahora mismo, los osos eran el menor de sus problemas. Respiró hondo y trató de calmarse, analizando la situación. Pero la mirase desde donde la mirase, era un desastre.

Ivaine nunca se había considerado muy mujer. De hecho, siempre había pensado que preferiría ser un hombre. Odiaba sus pechos y las menstruaciones, odiaba los vestidos y odiaba con toda su alma todas las indicaciones y directrices que habían intentado inclulcarle de niña sólo por ser niña. Hasta hacía relativamente poco, había envidiado a los chicos y se había sentido incómoda entre las chicas. Ellas jugaban a ser princesas atrapadas a las que tenía que rescatar un príncipe. Ella jugaba a ser un capitán de caballería de Arathi y decapitar trols. No se encontraba a gusto con su propio cuerpo, con su rostro, con su cabello. No era bonita ni femenina. Y no sabía si es que no quería serlo o si había optado por despreciar esas características porque, como ni las tenía ni creía llegar a tenerlas jamás,  para no frustrarse se convencía de que no le interesaban y no las necesitaba. 

Últimamente, eso había cambiado. Cuando Rodrith y ella empezaron a ser amantes, sus encuentros eran salvajes y urgentes, casi animales. Tenía una necesidad física de él, un hambre extraña y difícil de saciar que encontraba su reflejo en él. Pero con el tiempo, aquellos primeros revolcones violentos habían adquirido otros matices, que se habían sumado al hambre y a la pasión desenfrenada. La actitud del sin'dorei cuando intimaban le hacía sentirse deseada, y al sentirse deseada, se volvió más segura y desenvuelta. Se atrevía a buscar su satisfacción sin tapujos, a mostrarse, a provocarle, y disfrutaba con las reacciones que despertaba en su pareja. Se dio cuenta de que tenía armas que hasta entonces no conocía, y aunque nunca las utilizó con egoísmo o de una manera cruel, descubrió que en realidad, sí que era muy mujer. Puede que no tuviera la feminidad que tenía su madre, Sarah, pero tenía otra, de otra clase: más primitiva y esencial.

Esa evolución le había permitido sentirse más cómoda consigo misma y había tenido un impacto positivo en su autoestima, pero a pesar de todo, Ivaine no había avanzado tanto como para sentirse preparada para ser madre. Sabía que había chicas que a su edad ya estaban casadas y tenían una familia numerosa, pero ella apenas estaba descubriendo el tipo de mujer que era. Aquello era demasiado. Demasiado rápido.

- Dioses... ¿qué voy a hacer ahora?

Tenía los dedos sobre el vientre y miraba hacia adelante sin ver. Ahí dentro estaba creciendo un bebé. Un niño o una niña, que serían su hijo o su hija. Suyo, o suya... y de él. Cerró los ojos y tomó aire profundamente. Se le aceleró la respiración y empezó a hiperventilar. Sintió el calor líquido agolpándose detrás de los párpados y, finalmente, estalló en sollozos.

Era una proscrita. No tenía nada, nada que ofrecer a la criatura... ni siquiera tenía un apellido honrado para darle. No tenía familia a la que recurrir. En aquel momento, se sintió pequeña y frágil. Echó en falta a su madre, incluso a Theod. "Tengo a Rodrith", pensó. Y aquel pensamiento la hizo llorar más. Cuando se lo dijera a Rodrith, ¿cómo iba a reaccionar? ¿Se enfadaría con ella? ¿Se marcharía? Se abrazó a sí misma, presa del desasosiego. Si se quedaba sola, ¿qué iba a ser de ella? ¿Cómo iba a sacar adelante a la criatura? Pero si él se quedaba por la obligación, si él se quedaba para asumir su responsabilidad, pero sin quererla a ella, sin querer al bebé... no quería perderle, pero mucho menos encadenarle a sí misma con algo como eso.

- No, no, eso no puede pasar - le dijo a su vientre, acariciándolo. Apenas podía hablar entre las lágrimas y los sollozos - A tí no te pasará eso. Yo ya he crecido sin padre y no fue para tanto. Irá bien, ya lo verás. No dejaré que nadie te desprecie. Te lo prometo. Te lo prometo.

Se quedó allí más de una hora, hablando a la criatura, asegurándole que ella siempre estaría ahí. Y a medida que se escuchaba, se daba cuenta de que lo que decía era verdad. Los sollozos se fueron calmando y las lágrimas dejaron de brotar como un torrente. La desesperación dio paso a una calma grave y resignada. Cuando fue capaz de ver, se limpió la humedad de las mejillas, se envolvió en la capa y se levantó despacio, calculando sus fuerzas, para retomar el camino a casa. A partir de aquel día, su vida tenía un sentido nuevo y ya no se trataba sólo de ella. Ahora había algo mucho más importante que ella, mucho más importante que todo. Y en esto no estaba dispuesta a fallar.

No estaba preparada para ser madre, pero lo estaría. Tenía nueve meses por delante para ello.

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